Comprometéos! Stéphane Hessel

"¡Llegó la hora de actuar!



Los retos, la necesidad de un cambio, las soluciones que es preciso poner en práctica deben comprometer la responsabilidad que nos es propia, la que nos define como persona. Así pues, experimentemos, dirijamos la mutación --ecológica, solidaria, social, ética, económica, política-- y tratemos de construir juntos un futuro sostenible.



Con el realismo que se impone ante la magnitud de los desafíos y las crisis, pero también con el optimismo de la voluntad."



domingo, 18 de diciembre de 2011

EL FIN DEL ESTADO COMO ACTOR ECONÓMICO
Es claro y notorio la malversación intencionada que hace el sistema capitalista del lenguaje en su versión ultra llamada neoliberalismo, que sin embargo también lo lleva a cabo posiciones clásicas socialdemócratas y Keynesianas. Se nos dice que el estado del bienestar está en peligro, cuando lo que realmente está en peligro es el estado social, la intervención del estado en la economía y como actor regulador/distribuidor de la riqueza y recursos en la sociedad. A tal nivel de liquidación del estado llegaremos en torno al 2018, todavía estamos en fase de desmontaje de lo público. La fuente de tal disparate nace de unos límites fiscales de reducción del déficit público al 0.5%, fijado en los últimos acuerdos y pactos en materia fiscal firmados por los líderes de los países de la Unión Europea y vendidos a la opinión pública como el santo y seña de nuestra salvación. Se añade la gravedad de que quien lo incumpla podrá ser sancionado por el Tribunal de Justicia Europeo a instancias de otros países ¿Estamos asistiendo quizás a un futuro escenario de conflictividad internacional en el seno de la vieja Europa?. Que nadie se engañe, con un límite del déficit para el estado de un 0.5% a partir del 2020 se seguirán haciendo escuelas, carreteras, bibliotecas, hospitales, centros deportivos, etc, habrá estado del bienestar pero eso sí serán de iniciativa privada para quienes se lo puedan permitir. Los estados tendrán un límite de gasto muy restrictivo que les impedirá financiarse para llevar a cabo inversiones de calado a corto plazo, cuyo beneficio social se prolongaría varias décadas o siglos como puede ser un hospital, viviendas sociales, reforestaciones, renovación de la red de abastecimiento, etc. Esta iniciativa privada creará un bucle de retroalimentación negativo para el propio capitalismo de dudoso futuro, porque la iniciativa privada no deja de tener necesidad de financiación de los Bancos privados, cuyo dinero será prestado a mayor interés a estas empresas que lo harían a un estado o autonomía. Ese coste financiero se repercutirá en sus productos, ofrecidos a una sociedad cada vez más depauperada y donde la autodenominada clase media (término neoliberal para llamar a la clase trabajadora cualificada) que sustentaba el capitalismo verá reducida su peso y la clase trabajadora no cualificada ganará peso que acabará por querer revertir este desorden. La ideología neoliberal mayoritaria difunde que lo público es un derroche, se le acuse de mala gestión, que es un servicio clientelar y corrupto, muchas veces son ellos mismos lo que lo gestionan mal. Lo cierto es que la iniciativa privada acaba repercutiendo mayores costes a la sociedad que lo público, y lo hace de forma injusta donde lo que importa es el beneficio y no el nivel de necesidad, no siendo distributivo de la riqueza. Las socialdemocracias del norte de Europa poseen de momento un estado social muy aceptable a la vez que un déficit más bajo que en los países del sur. El poco estado que existe en países como España se sustenta con déficits mayores debido a que el nivel de recaudación vía impuestos es menor y se recurre a financiación bancaria externa. Así puede decirse que en estos países la deuda pública es una manera de tomar dinero de la burguesía para repartirlo en la sociedad en forma de servicios públicos y que el estado se lo pagará cuando pueda. Con un nivel recaudatorio mayor, no se generaría deuda pública y el estado social mejoraría. Este aumento del nivel recaudatorio debe de venir de las clases pudientes pero también de la clase trabajadora cualificada. Hay que huir de tópicos como “que paguen los ricos”, creo honestamente que es justo pedir un esfuerzo también a quien gana 40.000 €/año cuando en este país un 60% ganan menos de 14.000 €/año y ambos soportan impuestos como el IVA. Quizás también hay que cuestionarse que modelo social-ambiental queremos, desde nuestra entidad pública local a nuestro estado social europeo. Así por ejemplo a nivel local tenemos que analizar si queremos mantener todas las farolas encendidas toda la noche, lo cual supone un coste repercutido en nuestros impuestos de la factura eléctrica o por contra queremos que a las 00.00 h se apaguen 1 de cada 2 y no aumentar las tasas o incluso reducirlas, a lo que hay que sumar el inmenso beneficio ambiental. El ejemplo de las infraestructuras es también bastante ilustrativo, la clase trabajadora cualificada se alegra de que el AVE pase por su ciudad y que comunique ciudades en poco tiempo, pero se le plantea un problema cuando se le repercute los costes de esa línea vía aumento de impuestos. Son cuestiones complejas, pero que hay que ir solventando y que sean los ciudadanos quienes seamos dueños de nuestro futuro, sin que nos venga impuesto por los mercados. Antonio.